Elecciones Europeas y Vox: ¿europeísmo en España?

El próximo 26 de mayo tendremos en España, junto a las autonómicas y locales, las elecciones al Parlamento Europeo (PE). Estas elecciones llegan en un momento muy delicado para la Unión Europea y también para España por diversos motivos. Serán las primeras elecciones tras el Brexit y, además, donde partidos populistas de carácter antieuropeísta están emergiendo o ampliando su fuerza en países como Holanda, Alemania, Francia, Italia, Austria o España. Concretamente en España, serán las primeras elecciones al PE en las que la formación de extrema derecha y “presuntamente” de carácter antieuropeísta, Vox, tiene expectativas de obtener una representación que podría alcanzar hasta los 5 eurodiputados, como señala la última proyección publicada por la Eurocámara. No obstante el resultado considerable obtenido ayer por Sanchez y los socialistas del PSOE en las elecciones generales en España – con el 28,7% de las preferencias – es evidente que el consenso europeísta, que era prácticamente hegemónico en gran parte de Europa, está empezando a resquebrajarse desde el estallido de la crisis financiera de 2008. Ello nos conduce a hacernos varias preguntas, ¿es Vox un partido en auge en España y con expectativas de ampliar su apoyo, antieuropeísta?, ¿Y de serlo, es España cada vez más antieuropeísta?
Vox antieuropeísta
En primer lugar, nos conviene intentar dar una respuesta a la primera de las cuestiones. Para ello, debemos saber que el programa político de Vox no plantea la salida española de la Unión Europea, y, de hecho, se declara “abiertamente europeísta”, sin embargo, la formación política sí critica de forma abierta el carácter supranacional de la misma. La formación de extrema derecha que lidera Santiago Abascal aboga por “incidir en la bilateralidad en las relaciones internacionales, abandonando organismos supranacionales si son contrarios a los intereses de España” y por ello, han planteado incluso “suspender el espacio Schengen hasta que exista la garantía europea de que no lo utilizarán los criminales para huir de la justicia (como han hecho los golpistas separatistas) ni lo aprovechen las mafias de la inmigración ilegal para introducir personas”. En definitiva, Vox defiende una España miembro de la Unión Europea, pero entendiendo a ésta como una unión de Estados soberanos donde prime la Constitución sobre el Derecho Comunitario y la voluntad del Gobierno de la nación y de las Cortes Generales. Por ello, Vox plantea la eliminación de “agencias que se inmiscuyan en la soberanía nacional. Exclusividad del Estado, en lo que se refiere a relaciones internacionales y la supresión de toda representación política exterior de regiones o municipios”. En la línea de su programa, líderes del mismo partido han culpado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de “obligar a España a soltar terroristas, pederastas o asesinos múltiples” con sus últimas decisiones judiciales en los que ha condenado a España” y el propio Abascal se opuso públicamente a lo que él considera “la disolución de España” por el mecanismo de defensa común planteado por Emmanuel Macron y apoyada por Angela Merkel, considerando dicha propuesta de una “fantasía totalitaria de los burócratas de Bruselas, Berlín y París”.
Otra Europa
Con todo lo expuesto, y conociendo previamente que la formación de extrema derecha española pretende situarse en el mapa político europeo tras el 26 de mayo en el grupo parlamentario “Europa de las Naciones y de las Libertades” (liderado por Marine Len Pen y por Matteo Salvini) que ostenta una proyección de 61 escaños, situándose en cuarta posición a tan solo 11 eurodiputados de los liberales y demócratas de Alde, podríamos afirmar que Vox es una formación que debería ser catalogada, al igual que el Frente Nacional en Francia o la Liga Norte en Italia, de una formación euroescéptica e antieuropeísta, al menos, contraria a lo que hoy conocemos como Unión Europea y los valores que la sustentan, entre ellos, la libertad (de personas, bienes, capitales y servicios) y la unidad del mercado.
España europeísta
¿Ahora bien, dicha catalogación refleja que España sea cada vez más euroescéptica? Aquí es donde debemos responder a la segunda de las cuestiones planteadas inicialmente. El pasado 1 de enero se cumplieron 33 años desde la entrada de España en la CEE. Los procesos relacionales y de socialización, mediante los cuales llegamos a percibirnos diferentes de otros grupos que nos rodean, influyen en la construcción de una identidad ciudadana. Todos los datos apuntan a que, desde la entrada en la CEE (1986), la española ha sido una de las sociedades más europeístas siendo más del 60% de ciudadanos que tanto confiaban como tenían una imagen positiva de la UE en el año 2004 por la percepción de las instituciones europeas como símbolo de modernidad y progreso. Los españoles, al igual que el conjunto de los europeos, muestran un alto sentido de identidad como ciudadanos de la UE. En el último Eurobarómetro publicado, observamos cómo cerca del 83% de los españoles (8 de cada 10) afirma sentirse ciudadano de esta y ello supone estar solo por detrás de los luxemburgueses, que se sitúan entorno a un 89%, y muy alejados de sus vecinos italianos, que se sitúan en el 68%, por debajo de la media europea, que se encuentra en el 71%. Es más, los españoles y el conjunto de europeos, según lo indicado por la misma fuente, apoyan de forma mayoritaria la Unión Económica y Monetaria europea y la moneda única con un 78% y un 62% de la respectiva población.
Crisis económica y Europa
Sin embargo, resulta conveniente destacar como la confianza en la UE y su imagen positiva se redujo notablemente durante la crisis económica y, aunque se ha recuperado en los últimos años, no ha vuelto a los niveles previos a esta. La crisis económica, además, muestra cómo la imagen y confianza a la UE ha afectado distintamente por grupos ideológicos. De este modo, se puede comprobar que la reputación de la Unión se ha debilitado sobre todo en la izquierda, donde las caídas han sido más significativas que en la derecha. Esto implica que, en la reconfiguración pluripartidista española, la irrupción de Vox en el escenario político pudiese suponer la entrada del euroescepticismo en nuestras Cortes. No obstante, observamos que, si en la derecha la confianza y la imagen de la UE es mayor tras la crisis que en la media europea – y que la mayoría de los potenciales votantes de Vox se asientan en dicho electorado – la capacidad de crecimiento electoral basado en este tema será limitada. Por esta razón, resulta evidente que la formación de Santiago Abascal no haga del euroescepticismo tema central de su programa y campaña, sobre todo si las elecciones al PE coinciden con las elecciones autonómicas y municipales, donde los distintos discursos se solapan. Esto explica la tibia caracterización de Vox como partido euroescéptico. En conclusión, “Spain is different” pero esta vez por ser más europeísta que sus vecinos europeos. La Unión no vive uno de sus momentos más brillantes pues fuerzas populistas y euroescépticas están implantadas en casi todos los parlamentos, o lo estarán en breve, como en el español; pero, aun así, los índices muestran como España, pese a la irrupción de Vox, sigue siendo un foco de optimismo para la supervivencia de la UE. Por todo ello, las próximas elecciones al PE no sólo son las más emocionantes, sino que con una mayor carga política que cualquier otra anterior.